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martes, 11 de febrero de 2014

La verdadera creatividad más allá de la superficialidad. Por Isha

Estamos generalmente atrapados en el funcionamiento automático de la mátrix del intelecto,  la información constante que recibimos y registramos, que se dispara en nuestro cerebro y que el intelecto empieza a interpretar, a tratar de entender, a recordar, y entonces viene un sentimiento, nos peleamos con lo que aparece en esa pantalla y que se dispara automáticamente, por lo tanto  nos apegamos y tomamos cada impulso  como personal, como si fuera uno mismo el que lo está pensando. Sin embargo es sólo información.

Todo está grabado y registrado en esta red de información propia instalada a través de nuestro cuerpo,
de nuestro sistema nervioso, de nuestra memoria celular. Hay un estímulo y una respuesta, y todo es automático. El don del pensamiento es lo que nos diferencia de los animales, pero  es cuando nos ponemos a pensar todo lo que no necesita ser pensado y elucubramos conclusiones que nada tienen que ver con lo real, cuando caemos en mil y un dramas auto-provocados.

Los animales son felices. No se juzgan a si mismos. Saben donde viven, saben a qué hora se les da de comer, son sólo animales. No tienen esa idea de que deberían ser diferentes, o de que si el afuera cambiara, entonces podrían ser felices. ¡Sólo son felices siendo animales! Entonces, nuestro intelecto puede sernos útil, pero también nos puede hacer sufrir, y ése es un buen punto.

¿Cuándo comienzo a diferenciar esto? Cuando comienzo a discernir entre aquello que me sirve y lo que me hace sufrir. Si mi intelecto está todo el tiempo juzgándome y juzgando lo externo, ¿qué es lo que está haciendo? Está haciéndome sufrir. Si está anclado en la paz, si está siendo creativo, si está dando, si está enfocado en el amor, entonces es positivo. Positivo para la  conciencia. Si tengo este balance perfecto, entonces tengo lo mejor de todo: una experiencia humana altamente efectiva, la paz y la omnisciencia de la conciencia.

¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que eliges? ¿Qué es lo que eres? ¿Qué?: el control, la rigidez, el conflicto, los juicios, ¿o eres tu ser verdadero, tu corazón?: la dicha, la conciencia del momento presente, el fluir, me rindo, fluyo, doy, sólo soy.

Es algo interesante porque cuando personas que son altamente intelectuales empiezan a expandir su conciencia, el primer miedo que les aparece  es: ¿¡voy a perder mi intelecto tan brillante!? Y eso no es verdad. Pero hay que rendirse, entregarse en confianza al interior de uno mismo, al corazón. Hasta ahora, si has estado más  enfocado en todo lo basado en el conocimiento, ya sabes, nunca te va a completar. En realidad no importa si eres Einstein, aún así vas a seguir anhelando algo más, algo más profundo, intentando adivinar algo más. Porque Einstein en realidad quería ser Buda, y estaba tratando de ver cómo llegar a serlo, y  al morir se da cuenta que la vida es un misterio, que nada es lógico. Lo lógico es la dualidad, pero la vida no tiene nada de lógica, sólo es.

O sea que tienes la inteligencia y la astucia como para entender eso: que es un misterio. En otras palabras, sólo sé que nada sé. En nuestra vida atravesamos muchos estadios, muchas etapas diferentes. Cuando vas a un lugar más profundo, más allá de la superficialidad, una de las etapas es la de la creatividad. Obviamente es un estadio mucho más evolucionado, porque estamos muy conectados. Pero luego hay otro estadio, otra etapa más que es absoluta, que es la perfección absoluta interior: es el experimentar absolutamente lo completo dentro de ti, que es la creación en sí. Es la creación completa, y en última instancia, es lo que todos hemos estado anhelando, porque es quienes somos en verdad. Crear es maravilloso, pero el primer foco tiene que estar siempre en eso que ustedes son, que están siendo en cada momento.
Y eso es el amor.

Isha

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